LATIFUNDIO Y LA
HACIENDA
Las haciendas
«El reparto de tierras entre los conquistadores
para su explotación agropecuaria fue el punto de partida de esta propiedad que,
con el paso del tiempo, dio lugar a una acumulación de tierras como símbolo de
prestigio y poder dentro de la sociedad colonial, acrecentando el dominio de
los mayorazgos. A finales del siglo XVI la Corona comenzó una política de
revisión de las propiedades acumuladas de forma ilegal, que se habían producido
a través de la ocupación de tierras que aparentemente no tenían propietarios,
tierras de nadie, e inició su venta por medio del sistema de 'composiciones'.
Esta fórmula supuso en muchos casos la devolución de las tierras, mediante un
pago que regularizaba la situación, a los propietarios ilegales, que habían
sido obligados a entregarlas. Otra forma de devolución de estas tierras por
parte de conquistadores y encomenderos fue la 'restitución', generalmente
realizada a la Iglesia, que, con estas aportaciones, y las donaciones de
particulares se convirtió en propietaria de múltiples y extensas haciendas, que
sólo en algunas ocasiones fueron consideradas como tierras de uso común.
La mano de obra procedió de la población indígena, sustituida o
complementada en algunas áreas por los esclavos negros. El trabajo forzoso
establecido por turnos, como la mita, dependió del corregidor de indios,
autoridad indígena que actuaba en los pueblos de indios, como intermediario
entre la población y las autoridades coloniales.
Las primeras haciendas se formaron en torno a los núcleos urbanos y se
dedicaron a su abastecimiento, pero rápidamente se fueron ampliando con la
introducción de cultivos importados como la caña de azúcar, la vid, el olivo y
los cereales, y el aprovechamiento de los locales como el algodón, el tabaco o
la coca, con criterios mercantilistas. La eclosión de los centros mineros dio
paso también a una producción de las haciendas basada en el abastecimiento de
estas sedes.» [Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993-2008]

“Hacienda”: Unidad de producción agrícola constituida por una propiedad rural bajo
el dominio de un propietario, explotada con trabajo dependiente o esclavo, con un
empleo escaso o intensivo de capital y que produce para el mercado.
De gran raigambre en el continente americano, el término
"hacienda" toma distintos nombres de acuerdo con la región donde está
ubicada y tiene pequeños matices que las diferencian. Unas veces será fundo, chacra, estancia o granjería,
otras haciendas propiamente dichas y en el caso de la
agricultura exportadora tropical se conoce como plantación. En el área andina, está relacionada históricamente con la permanencia
de grupos indígenas que usufructuaban parcelas comprendidas dentro de sus
terrenos.
Algunos autores identificaron el origen de la hacienda con la concesión
de encomiendas a los conquistadores en el siglo XVI, pero investigaciones
históricas demuestran que la Corona española no otorgó inicialmente derechos
sobre la tierra, sino que les asignó un número determinado de nativos para
explotarlas y recoger los tributos, concediéndoles una parte de la producción a
cambio de su cuidado e instrucción. Más tarde se otorgaron encomiendas a
descendientes de conquistadores y a órdenes religiosas; lo que se sabe con
certeza es que la primera hacienda en América siempre comprendió terrenos y una
asignación de mano de obra o peonaje.

El latifundio
Propiedad
territorial de gran extensión, parcialmente dedicada a la agricultura o la
ganadería, típica de las sociedades tradicionales donde una clase de
terratenientes posee una gran parte de las tierras útiles y disfruta de elevado
prestigio social y decisivo poder político. El latifundio en Latinoamérica ha
adoptado la forma de haciendas, hatos, estancias,
etc. El latifundio puede coexistir con el minifundio, conformado por parcelas
de muy reducidas dimensiones en poder de campesinos independientes.
El latifundio conlleva la
existencia de grandes extensiones de tierra ociosa, no cultivada. Esto ha
originado grandes tensiones y conflictos sociales cuando el crecimiento de la
población exige más producción de alimentos y reparto de tierras. Estos
problemas han llevado a revueltas campesinas en Hispanoamérica, revueltas que
han forzado o impulsado la necesidad de reformas agrarias para repartir la
tierra y hacerla más productiva.
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